Cuando adquiramos o llegue a nuestras manos un mineral, ya sea en bruto o en engarzado, es muy importante lavarlo antes de usarlo, llevarlo colgado o incluso antes de ponerlo como decoración. Por lavarlo nos referimos a quitarle cualquier carga o energía residual que haya ido acumulando y que pueda obstaculizar la propia energía de la piedra.
Hay diversas formas de hacerlo, entre las más comunes destacamos:
- Introduciendo los minerales en un cuenco de cerámica o cristal con agua y sal durante unas horas o días. Ten en cuenta que algunas piedras porosas, blandas, solubles o de arenisca no se pueden introducir en agua, pues podrían estropearse o disolverse (selenita, calcita, aragonito,…).
- Sumergiéndolo en una infusión fría de salvia o romero.
- Si tienes oportunidad, bañándolas en agua de mar.
- Enterrándolos en sal seca en un cuenco de cerámica o cristal durante horas o días.
- Si necesitas utilizar la piedra inmediatamente, se puede hacer una limpieza rápida;
– Introduciendo durante unos minutos el mineral bajo el agua del grifo.
– “Ahumándola” con incienso por todos los lados.
– Pasándola bajo la luz de una vela, también por todos los lados.
– Con un sonido puro, como un gong, una campana, un cuenco o un diapasón.
Podemos lavar nuestras piedras cada vez que lo creamos necesario, y si las usamos con fines terapéuticos, es muy importante lavarlas después de cada uso.
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